de las palabras sin secuelas
de tu nombre hecho pretérito
y las cenizas húmedas de los besos.
No sé de la intimidad del despertar,
de construir el amor después de hacerlo
de las miradas encendidas con algo más que miedo
de los helechos que prometieron sembrar en mi espalda.
No conozco los pasos sin herrumbre
el dolor recién curado, los caracoles misioneros,
las marionetas que suplican,
el Apocalipsis antes que el Cantares
mientras la comisura se sincera de las heridas.
Yo camino por la vida gratuitamente,
mis letras bohemias mendigan tu mirada,
las réplicas de la tortura deshilachan mi entereza.